Saludas a una persona que acabas de conocer. Le sonríes, le das la mano, intercambias unos breves comentarios amables… y olvidas su nombre instantáneamente. O, a veces, te levantas de tu asiento, caminas hasta la cocina, te quedas de pie mirando alrededor: fuiste a buscar algo… pero ¿qué?
Resulta desesperante y un poco perturbador. Sin embargo, según la profesora de Neurología de la Universidad de Standford, Estados Unidos, Sharon Sha, este tipo de olvido suele ser normal: “Cuando nos olvidamos de información que acabamos de aprender o de pensamientos que acabamos de tener, suele ser simplemente porque nuestro cerebro no los guardó como recuerdos a largo plazo”, explica.
RECUERDOS QUE NO SON
En la vida cotidiana, el cerebro almacena información en un estado temporal denominado “memoria de trabajo”, según señala David Gallo, profesor de Psicología en la Universidad de Chicago, Estados Unidos. Mantener una conversación por teléfono mientras cocinas una receta, por ejemplo, significa malabarear varias tareas a la vez gracias a la memoria de trabajo.
La mayoría de la gente solo puede retener 4 o 5 pensamientos o tareas a la vez en su memoria de trabajo, dice Gallo. Pero a menos que esos pensamientos pasen por un proceso cerebral llamado codificación, no se guardarán en la memoria a largo plazo de manera permanente. Esto es como la función “guardar” de una computadora, según Scott Small, director del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Columbia, Estados Unidos. “Si estás tomando notas y cierras la computadora sin guardarlas, tus notas desaparecen para siempre”, indica el experto.
El proceso de codificación, por su parte, consiste en crear conexiones significativas entre las neuronas y requiere una amplia memoria de trabajo. Por eso, si estás ocupado pensando en cómo presentarte con alguien nuevo o decidiendo lo que vas a decir a continuación, tu cerebro no va a codificar cierta información, como el nuevo nombre que oíste, y por tanto lo olvidarás con rapidez.
Aunque estos “lapsus” pueden parecer frustrantes en el momento, en realidad son esenciales para el funcionamiento diario, comentó Lynne Reder, catedrática de Psicología en la Universidad Carnegie Mellon, Estados Unidos. Si nuestro cerebro codificara todo lo que vemos, oímos, olemos o sentimos, no nos quedaría memoria de trabajo para cosas como caminar, hablar o escuchar.
CÓMO RECORDAR (AQUELLO QUE SÍ QUIERES RECORDAR)
A veces es fácil recordar la información. Si sientes una emoción fuerte –como miedo intenso o trauma– en el momento en que te enteras de algo, es más probable que lo recuerdes más tarde. Esto explica por qué muchas personas recuerdan exactamente dónde estaban durante catástrofes como el terremoto de 2010 en Chile, por ejemplo. Pero existen otros trucos y tácticas que, según los expertos, pueden ayudarnos a guardar recuerdos a largo plazo.
1. REPETIR Y DECLAMAR.
Repetir la información, sobre todo de maneras diferentes, ayuda a almacenar memoria, comenta Ronald Davis, profesor de Neurociencia en la Universidad de Florida, Estados Unidos. Cuando oímos, vemos, recitamos en voz alta o escribimos una palabra, tenemos varias oportunidades de codificarla a través de distintas vías cerebrales.
Otros estudios también dan a entender que escribir información nueva a mano —ya sea en papel o en una tableta con un lápiz digital— puede activar más partes del cerebro que teclear, ya que refuerza aún más nuestros recuerdos. Cuantas más veces repitamos algo, más probabilidades tendremos de recordarlo, añadió Davis.
2. DALE UN SIGNIFICADO.
Recordar información arbitraria puede ser especialmente difícil, dice Reder. De ahí que a veces es más fácil recordar nombres relacionados con determinadas características o cualidades. Por ejemplo, podríamos recordar a un gato llamado Garfield si tuviera el pelo de color anaranjado, como la famosa caricatura, por ejemplo. Asociar ese nombre a un contexto, una imagen visual y una rima cumple el mismo propósito.
3. ¡CANTA!
Del mismo modo, Sha afirmó que recordar puede ser más fácil cuando la información está acompañada de melodías. Así, por ejemplo, podemos recordar un jingle publicitario, aunque sea de un producto que nunca compraríamos.
Los neurocientíficos aún no saben por qué la música ayuda, pero Sha indicó que “etiquetar” los recuerdos con melodías puede llevarlos a distintas partes del cerebro, lo que aumenta las probabilidades de que se queden grabados.
4. CREA UNA CLAVE.
Si quieres acordarte de realizar una tarea concreta, Sha dice que a veces ayuda imaginarte a ti mismo haciéndola o pensar en cómo ésta hará sentir a alguien más. Si tienes que comprar un regalo para tu hija, por ejemplo, puedes imaginarte comprando el artículo o imaginar lo feliz que se sentirá tu hija cuando abra el regalo.
5. PRIORIZA EL SUEÑO Y EL DEPORTE.
Como ocurre con muchas cosas en la vida, es más difícil codificar información nueva cuando no se ha dormido, dijo Gallo, por lo que es crucial descansar lo suficiente. Según los expertos, la actividad física cotidiana, como el ejercicio aeróbico, el levantamiento de pesas, los estiramientos o incluso los paseos cortos, también pueden mejorar la memoria, tanto a corto como a largo plazo.